Navidad con barbijos
En esta Navidad muchas cosas serán diferentes.
Tendremos encierro, incertidumbre, sueños rotos…, acumulados.
Sentiremos ausencias, temor, dolor, tristeza.
Pero también llegaremos a este Pesebre con otra valoración del tiempo, de las personas, de nuestra propia existencia y sentido, de lo poco importante de tantas cosas…, acumuladas.
Nuestro Pesebre urbano, con barbijos, nos propone encontrarnos a partir de dos actitudes fundamentales que son propias del misterio de Navidad: austeridad y distancia.
¡Qué paradoja!
Si, la paradoja de una austeridad que nos hace ricos y una distancia que, respetuosamente, nos permite el encuentro.
Quién hubiera imaginado una fiesta de Navidad sin cercanía ni “con todo”, como solemos decir.
Muchos de nuestros abuelos o bisabuelos han pasado alguna Navidad en medio de la guerra. Dificultades para encontrarse, festejos a “puertas cerradas” y todo muy escaso…
No somos los primeros ni los únicos que celebraremos una Navidad con austeridad y distancia.
¡Cuánto por aprender todavía!
Aprender de María y de José.
Porque aun sabiendo que llegaba el tiempo de dar a luz, se pusieron en camino para presentarse en Belén, dado que allí había nacido José y debía empadronarse, tal como lo mandaba el emperador.
José: un hombre que cumple las normas, que se pone en camino a pesar del momento, que asume dificultades, resigna comodidades y relativiza seguridades. Hombre sencillo, que no reniega de sus deberes como habitante de su tierra, de una tierra que, por su condición, casi no le pertenece.
María: una mujer que es fiel a la vida, en una historia concreta y controvertida. Una mujer que está presente, sin vueltas. Abierta a lo inesperado, confiada en su Dios, compañera de José, haciendo camino con él.
Juntos, tomaron distancia de Nazareth y armaron pesebre en Belén. Venía el Niño.
No había espacio en las posadas. Había que preparar un lugar.
Y así, lejos de sus seres queridos, sin poder contar con las humildes cosas de su hogar, recibieron a Jesús en un pesebre. Lugar al paso, improvisado, distante, austero, con lo esencial.
Pero también, lugar visitado, lugar de encuentro, lugar de regalos, lugar de todos.
Lugar de reyes magos y de pastores, de gallos y de buey…
Tan pocas cosas, y tanto encuentro. Tantas incertidumbres y, sin embargo, la certeza de “Dios con nosotros”, el Emanuel.
Lejos de los afectos conocidos y tan cerca de nuevos vínculos inesperados, tal vez pasajeros, pero no por eso menos verdaderos. Personas cercanas de otra manera…, personas que se acercan a contemplar, a acompañar, a celebrar, a saludar, a estar, a compartir.
Queridas Familias y Compañeros del Sagrado:
Hoy los invitamos a preparar una Navidad austera y con la distancia respetuosa de cuidar a los más cercanos y queridos.
Los invitamos a recibir a un Niño recién nacido, a un Dios que se nos ha dado, para que apretando fuerte su mano seamos capaces de vivir mejor, con menos cosas, con mayor distancia de quienes queremos cuidar y a quienes queremos seguir encontrando siempre muy cerca.
En esta Navidad celebremos las paradojas que nos harán estar mejor. Celebremos sencillo y junto a todos los que queremos, aún con distancia. ¡Celebremos la vida y los afectos!
El Niño Dios se hará presente y nos seguirá animando a un año nuevo en el que seguiremos caminando y aprendiendo juntos.
¡Muy feliz Navidad y bienvenido el 2021!
Equipo de Gestión
21 de diciembre de 2020
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